El Leninismo es una teoría política y económica que se construye a partir del Marxismo; es una rama de éste y ha sido su rama dominante a nivel mundial aproximadamente entre 1920 y 1956, momento en que va perdiendo fuerza hasta ser testimonial en la mayoría de movimientos marxistas actuales.
El Leninismo toma su nombre de su principal desarrollador, el líder bolchevique Vladimir Lenin, y fue llevado a la práctica también por él después de la Revolución Rusa. Las teorías de Lenin han sido una fuente de controversia desde su implementación, teniendo críticos tanto en la izquierda política (socialdemócratas, anarquistas, e incluso otros marxistas: véase luxemburguismo) como en la derecha (liberales, conservadores, fascistas).
Lenin argumentaba que el proletariado tan solo puede llegar a tener conciencia revolucionaria a través de los esfuerzos de un Partido Comunista que asuma el rol de vanguardia revolucionaria. Lenin creía que tal partido sólo podría alcanzar sus objetivos a través de una forma de organización disciplinada conocida como centralismo democrático. Además, el Leninismo mantiene que el imperialismo es el estadio más alto del capitalismo, y que el capitalismo sólo puede ser vencido a través de los medios revolucionarios (cualquier intento de reformar el capitalismo está destinado al fracaso). Lenin creía en la destrucción del Estado capitalista a través de la revolución proletaria, y en reemplazar a ese Estado por la dictadura del proletariado (un sistema de democracia de los trabajadores, en el que los trabajadores tendrían el poder político a través de consejos llamados soviets).
La teoría de Lenin sobre el imperialismo tenía como objetivo mejorar la obra de Karl Marx explicando un fenómeno que Marx no había predicho: el Capitalismo que se convierte en un sistema global (Marx había descrito un sistema nacional). En el centro de esta teoría del imperialismo está la idea de que las naciones capitalistas avanzadas están intentando evitar la revolución forzando a que su sobreproducción entre en los mercados coloniales y explotando los recursos de estas colonias. Esto permitía a las naciones capitalistas industrialmente avanzadas el mantener contentos a sus trabajadores, en parte también a través de la creación de una aristocracia obrera. Como resultado el capitalismo sería dirigido por la aristocracia, representada por los partidos socialdemócratas, hasta el punto de que la revolución no ocurriría en las naciones más avanzadas (como Marx había defendido) sino en el Estado imperialista más débil: Rusia.
Si la revolución solo puede llevarse a cabo en un país subdesarrollado esto conlleva un problema serio: ese país no será capaz de desarrollar un sistema socialista (en la teoría marxista el socialismo es el estadio que sucede al capitalismo, y antes de llegar al comunismo), porque el capitalismo no ha seguido su curso completo todavía en ese país, y porque los poderes extranjeros intentarán acabar con la revolución a cualquier costo. Para solucionar este problema Lenin propone dos posibles soluciones:
1. La revolución en un país subdesarrollado desata una revolución en un país capitalista desarrollado (por ejemplo, Lenin esperaba que la Revolución Rusa provocaría una revolución en Alemania. El país desarrollado establece el Socialismo y ayuda al subdesarrollado a hacer lo mismo.
2. La revolución tiene lugar en numerosos países subdesarrollados al mismo tiempo o en una sucesión rápida; los países subdesarrollados se juntan en un estado federal capaz de intimidar a las potencias capitalistas y establecer el Socialismo. Esta era la idea original durante la fundación de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS).
El Socialismo no puede sobrevivir sólo en un país pobre y subdesarrollado. Por eso, el Leninismo aboga por la revolución mundial en una forma u otra. Los leninistas actuales ven a menudo a la globalización como una forma moderna de imperialismo. En China, la estructura leninista fue la base de la organización tanto para el Kuomintang como para el Partido Comunista de China; después los comunistas chinos desarrollaron la teoría del Maoísmo.
Actualmente, el término Leninismo (o, a menudo, Marxismo-Leninismo) ha sido empleado por dos ideologías distintas para autodefinirse, cada una de las cuales tiene sus raíces históricas en el Leninismo: maoísmo y Trotskismo. Por otra parte, los defensores de la línea política de Stalin se consideran a sí mismos marxistas-leninistas, si bien en ámbitos externos se habla de estalinismo, un término acuñado por sus opositores.
Mientras que el maoísmo se puede considerar como una subcategoría del Leninismo en muchos sentidos, el trotskismo y el marxismo-leninismo son enemigos acérrimos. Los maoístas y marxistas-leninistas ven al trotskismo como funcional a los intereses de la burguesía y precipitados en sus demandas.
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