viernes, 25 de junio de 2010

EL IMPERIALISMO AQUI Y AHORA


La tesis del imperialismo como fase superior del capitalismo fue forjado por Rosa Luxemburgo y sobre todo por Lenin en los albores del siglo XIX para quien la concentración de la producción, la fusión del capital bancario y del capital industrial en un capitalismo financiero generador de las oligarquías, la exportación del capital, la formación de empresas multinacionales monopolistas y la lucha mundial por la posesión de mercados constituyen las cinco características económicas del imperialismo. Para Lenin de estas características se deducía la continua necesidad para los países capitalistas de continuas guerras de conquista. Posteriormente a Lenin, otros desarrollaron la tesis del imperialismo frente a los países dependientes y/o las colonias. Caída la URSS y parte del campo socialista, la anterior contradicción entre países capitalistas y países socialistas, fue reemplazada por la contradicción entre el imperialismo y los pueblos del mundo.
Pese a las continuas agresiones del imperialismo contra los pueblos del mundo aún existen quienes consideran la inexistencia de este. Al igual que niegan la existencia de la lucha de clases o su superación por la lucha de las identidades y nacionalidades hoy niegan la existencia del imperialismo. Los socialistas del siglo XXI junto con las más variopintas ramas de la socialdemocracia consideran que el imperialismo no es tal, que ni siquiera existe y que es un argumento al que recurren los “revolucionarios que no se ponen a tono con la época”, según ellos.



Tamaña barbaridad cae por su peso cuando analizamos las continuas agresiones e injerencias del imperialismo contra la humanidad. ¿Si el imperialismo no es tal cómo explicamos las mismas?


El imperialismo existe y lo vemos expresado en las agresiones a Corea del Norte a la que se amenaza con una guerra, en la negación a la población palestina a tener un Estado propio y a la certeza de vivir como parias en las tierras donde milenariamente habitaron, en el muro construido por Marruecos para aislar al pueblo del Sahara Occidental que luchan por la existencia de un país, en la presencia de tropas de la OTAN en Afganistán, en la persecución a los gitanos en Europa, en los desempleados de los países del primer mundo, en las siete bases militares de EEUU en Colombia, en la política de seguridad democrática de Uribe, en la reactivación de la IV Flota norteamericana en aguas de Suramérica, en el bloqueo a Cuba que resiste heroica, en la penetración de las organizaciones populares a través de ong´s de la CIA como la USAID, en la amenaza de reeditar un golpe de Estado como el de Honduras contra los gobiernos que dan signos de soberanía en la región, Ecuador incluido. Si esto no es la expresión del imperialismo, ¿qué lo es?










viernes, 18 de junio de 2010

EL LENINISMO



El Leninismo es una teoría política y económica que se construye a partir del Marxismo; es una rama de éste y ha sido su rama dominante a nivel mundial aproximadamente entre 1920 y 1956, momento en que va perdiendo fuerza hasta ser testimonial en la mayoría de movimientos marxistas actuales.

El Leninismo toma su nombre de su principal desarrollador, el líder bolchevique Vladimir Lenin, y fue llevado a la práctica también por él después de la Revolución Rusa. Las teorías de Lenin han sido una fuente de controversia desde su implementación, teniendo críticos tanto en la izquierda política (socialdemócratas, anarquistas, e incluso otros marxistas: véase luxemburguismo) como en la derecha (liberales, conservadores, fascistas).

Lenin argumentaba que el proletariado tan solo puede llegar a tener conciencia revolucionaria a través de los esfuerzos de un Partido Comunista que asuma el rol de vanguardia revolucionaria. Lenin creía que tal partido sólo podría alcanzar sus objetivos a través de una forma de organización disciplinada conocida como centralismo democrático. Además, el Leninismo mantiene que el imperialismo es el estadio más alto del capitalismo, y que el capitalismo sólo puede ser vencido a través de los medios revolucionarios (cualquier intento de reformar el capitalismo está destinado al fracaso). Lenin creía en la destrucción del Estado capitalista a través de la revolución proletaria, y en reemplazar a ese Estado por la dictadura del proletariado (un sistema de democracia de los trabajadores, en el que los trabajadores tendrían el poder político a través de consejos llamados soviets).

La teoría de Lenin sobre el imperialismo tenía como objetivo mejorar la obra de Karl Marx explicando un fenómeno que Marx no había predicho: el Capitalismo que se convierte en un sistema global (Marx había descrito un sistema nacional). En el centro de esta teoría del imperialismo está la idea de que las naciones capitalistas avanzadas están intentando evitar la revolución forzando a que su sobreproducción entre en los mercados coloniales y explotando los recursos de estas colonias. Esto permitía a las naciones capitalistas industrialmente avanzadas el mantener contentos a sus trabajadores, en parte también a través de la creación de una aristocracia obrera. Como resultado el capitalismo sería dirigido por la aristocracia, representada por los partidos socialdemócratas, hasta el punto de que la revolución no ocurriría en las naciones más avanzadas (como Marx había defendido) sino en el Estado imperialista más débil: Rusia.

Si la revolución solo puede llevarse a cabo en un país subdesarrollado esto conlleva un problema serio: ese país no será capaz de desarrollar un sistema socialista (en la teoría marxista el socialismo es el estadio que sucede al capitalismo, y antes de llegar al comunismo), porque el capitalismo no ha seguido su curso completo todavía en ese país, y porque los poderes extranjeros intentarán acabar con la revolución a cualquier costo. Para solucionar este problema Lenin propone dos posibles soluciones:

1. La revolución en un país subdesarrollado desata una revolución en un país capitalista desarrollado (por ejemplo, Lenin esperaba que la Revolución Rusa provocaría una revolución en Alemania. El país desarrollado establece el Socialismo y ayuda al subdesarrollado a hacer lo mismo.

2. La revolución tiene lugar en numerosos países subdesarrollados al mismo tiempo o en una sucesión rápida; los países subdesarrollados se juntan en un estado federal capaz de intimidar a las potencias capitalistas y establecer el Socialismo. Esta era la idea original durante la fundación de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS).
El Socialismo no puede sobrevivir sólo en un país pobre y subdesarrollado. Por eso, el Leninismo aboga por la revolución mundial en una forma u otra. Los leninistas actuales ven a menudo a la globalización como una forma moderna de imperialismo. En China, la estructura leninista fue la base de la organización tanto para el Kuomintang como para el Partido Comunista de China; después los comunistas chinos desarrollaron la teoría del Maoísmo.


Actualmente, el término Leninismo (o, a menudo, Marxismo-Leninismo) ha sido empleado por dos ideologías distintas para autodefinirse, cada una de las cuales tiene sus raíces históricas en el Leninismo: maoísmo y Trotskismo. Por otra parte, los defensores de la línea política de Stalin se consideran a sí mismos marxistas-leninistas, si bien en ámbitos externos se habla de estalinismo, un término acuñado por sus opositores.

Mientras que el maoísmo se puede considerar como una subcategoría del Leninismo en muchos sentidos, el trotskismo y el marxismo-leninismo son enemigos acérrimos. Los maoístas y marxistas-leninistas ven al trotskismo como funcional a los intereses de la burguesía y precipitados en sus demandas.



lunes, 14 de junio de 2010

PORTADORES DE SUEÑOS (GIOCONDA BELLI)


En todas las profecías
está escrita la destrucción del mundo.
Todas las profecías cuentan que el hombre creará su propia destrucción.
Pero los siglos y la vida que siempre se renueva engendraron también una generación
de amadores y soñadores, hombres y mujeres que no soñaron
con la destrucción del mundo, sino con la construcción del mundo
de las mariposas y los ruiseñores.
Desde pequeños venían marcados por el amor.
Detrás de su apariencia cotidiana
Guardaban la ternura y el sol de medianoche.
Las madres los encontraban llorando por un pájaro muerto
y más tarde también los encontraron a muchos muertos como pájaros.
Estos seres cohabitaron con mujeres traslúcidas y las dejaron preñadas de miel
y de hijos verdecidos por un invierno de caricias.

Así fue como proliferaron en el mundo los portadores sueños, atacados ferozmente por los portadores de profecías habladoras de catástrofes. los llamaron ilusos, románticos, pensadores de utopías dijeron que sus palabras eran viejas y, en efecto, lo eran porque la memoria del paraíso es antigua en el corazón del hombre.  



Los acumuladores de riquezas les temían lanzaban sus ejércitos contra ellos, pero los portadores de sueños todas las noches hacían el amor y seguía brotando su semilla del vientre de ellas que no sólo portaban sueños sino que los multiplicaban y los hacían correr y hablar.
De esta forma el mundo engendró de nuevo su vida como también había engendrado a los que inventaron la manera de apagar el sol. Los portadores de sueños sobrevivieron a los climas gélidos pero en los climas cálidos casi parecían brotar por generación espontánea.
Quizá las palmeras, los cielos azules, las lluvias torrenciales tuvieron algo que ver con esto.
La verdad es que como laboriosas hormiguitas estos especímenes no dejaban de soñar y de construir hermosos mundos, mundos de hermanos, de hombres y mujeres que se llamaban compañeros, que se enseñaban unos a otros a leer, se consolaban en las muertes, se curaban y cuidaban entre ellos, se querían, se ayudaban en el arte de querer y en la defensa de la felicidad.
Eran felices en su mundo de azúcar y de viento de todas partes venían a impregnarse de su aliento de sus claras miradas hacia todas partes salían los que habían conocido portando sueños soñando con profecías nuevas que hablaban de tiempos de mariposas y ruiseñores y de que el mundo no tendría que terminar en la hecatombe.


Por el contrario, los científicos diseñarían
puentes, jardines, juguetes sorprendentes
para hacer más gozosa la felicidad del hombre.
Son peligrosos

—imprimían las grandes rotativas
Son peligrosos

—decían los presidentes en sus discursos
Son peligrosos

—murmuraban los artífices de la guerra.
Hay que destruirlos

—imprimían las grandes rotativas
Hay que destruirlos
—decían los presidentes en sus discursos
Hay que destruirlos

—murmuraban los artífices de la guerra.

Los portadores de sueños conocían su poder por eso no se extrañaban también sabían que la vida los había engendrado para protegerse de la muerte que anuncian las profecías y por eso defendían su vida aún con la muerte.

Por eso cultivaban jardines de sueños y los exportaban con grandes lazos de colores. Los profetas de la oscuridad se pasaban noches y días enteros vigilando los pasajes y los caminos buscando estos peligrosos cargamentos que nunca lograban atrapar porque el que no tiene ojos para soñar no ve los sueños ni de día, ni de noche. Y en el mundo se ha desatado un gran tráfico de sueños que no pueden detener los traficantes de la muerte; por doquier hay paquetes con grandes lazos que sólo esta nueva raza de hombres puede ver la semilla de estos sueños no se puede detectar porque va envuelta en rojos corazones en amplios vestidos de maternidad donde piececitos soñadores alborotan los vientres que los albergan.

Dicen que la tierra después de parirlos desencadenó un cielo de arcoiris y sopló de fecundidad las raíces de los árboles. Nosotros sólo sabemos que los hemos visto sabemos que la vida los engendró para protegerse de la muerte que anuncian las profecías.

lunes, 7 de junio de 2010

EL MARXISMO

El marxismo es el conjunto de doctrinas políticas y filosóficas derivadas de la obra de Karl Marx, filósofo, economista, periodista y revolucionario del siglo XIX y de su amigo Friedrich Engels. Marx y Engels se basaron en la filosofía de Hegel y de Feuerbach, ambos alemanes, la economía política de Adam Smith, la economía ricardiana y el socialismo francés del siglo XIX para desarrollar una crítica de la sociedad que es tanto científica como revolucionaria. Esta crítica alcanzó su expresión más sistemática en su obra más importante, El capital: crítica de la economía política. Además de las raíces mencionadas, algunos pensadores marxistas del siglo XX, como Louis Althusser, Toni Negri o Miguel Abensour han señalado en la obra de Marx, el desarrollo de temas presentes en la obra de Maquiavelo o Spinoza.

Las raíces hegelianas del marxismo

Hegel propuso una forma de idealismo en el que las ideas se desarrollaron gradualmente en la historia. Marx conservó el énfasis histórico de Hegel, pero propuso una tesis, contraria a la de Hegel, de que es el desarrollo de la producción, de sus fuerzas productivas y relaciones de producción son las que determinan el curso de la historia, la base de su desarrollo; y que las ideas se alzan sobre esta base, y no a la inversa. Marx resume su teoría filosófica materialista de la historia, en el materialismo histórico, en Contribución a la crítica de la economía política:

"En la producción social de su existencia, los hombres inevitablemente entablan relaciones definidas que son independientes de su voluntad, a saber, relaciones de producción aptas para un estado dado del desarrollo de las fuerzas materiales de producción. La totalidad de estas relaciones de producción constituye la estructura económica de la sociedad, el fundamento real sobre el que se alza una superestructura jurídica y política y a la que corresponden formas definidas de conciencia intelectual. No es la conciencia de los hombres la que determina su existencia, sino su existencia social la que determina su conciencia".
Marx recalcó que el desarrollo de la vida material entrará en conflicto, y la principal contradicción del sistema capitalista es que el trabajo es social, pero la forma de apropiación de éste es privado.

Las raíces político-económicas del marxismoLa economía política es esencial para esta visión, y Marx se basó en los economistas políticos más conocidos de su época, los economistas políticos clásicos británicos, para ulteriormente criticar su forma errónea de pensar. La economía política, que es anterior a la división que se hizo en el siglo XX de las dos disciplinas, trata las relaciones sociales y las relaciones económicas considerándolas entrelazadas. Marx siguió a Adam Smith y a David Ricardo al afirmar que el origen de los ingresos en el capitalismo es el valor agregado por los trabajadores y no pagado en salarios. Esta teoría de la explotación la desarrolló en El capital, investigación “dialéctica” de las formas que adoptan las relaciones de valor.

El capital ocupa tres volúmenes, de los cuales sólo el primero estaba terminado a la muerte de Marx. En este primer volumen, y particularmente su primer capítulo, se encuentra el núcleo del análisis. Aquí tiene un peso extraordinario la herencia de Hegel, y rara vez se lee la obra tan cabalmente como lo pide Marx en su introducción. El método de presentación procede de los conceptos más abstractos, incorporando paulatinamente nuevo estrato sobre nuevo estrato de determinación y proyectando los efectos de dicho estrato en un intento por llegar, finalmente, a una explicación total de las relaciones concretas de la sociedad capitalista cotidiana. En estas obras Marx demuestra científicamente las bases de las diferencias entre los seres humanos y sobre la teoría de la apropiación del trabajo, la "plusvalía", entre muchas otras cosas. Marx criticó a Smith y Ricardo por no reparar en que sus conceptos económicos reflejaban instituciones específicamente capitalistas, no propiedades naturales innatas de la sociedad humana, y no se podían aplicar intactos a todas las sociedades. La teoría marxista de los ciclos económicos, la del crecimiento y desarrollo económico, especialmente en dos modelos sectoriales, y la de la caída en el índice de rendimiento o teoría de crisis, son otros elementos importantes de la economía marxista.

La crítica liberal

Los miembros de la escuela austríaca fueron los primeros economistas liberales en criticar sistemáticamente la escuela marxista. Esto fue, en parte, una reacción a la Methodenstreit (controversia sobre la cuestión del método), cuando atacaron las doctrinas hegelianas de la escuela histórica. Aunque muchos autores marxistas han intentado presentar a la escuela austriaca como reacción burguesa a Marx, tal interpretación es insostenible: Carl Menger escribió sus Principios de economía casi al mismo tiempo que Marx completaba El capital. Los economistas austriacos fueron, no obstante, los primeros en enfrentarse directamente con el marxismo, ya que ambos trataban de asuntos como el dinero, el capital, los ciclos económicos y los procesos económicos. Eugen von Böhm-Bawerk escribió críticas extensas de Marx en los años 1880 y 1890, y varios marxistas prominentes (como Rudolf Hilferding) asistieron a su seminario en 1905-1906. Posteriormente existió un debate entre Ludwig von Mises (discípulo de Böhm-Bawerk), quien consideraba que el socialismo era imposible al no existir un mercado que determinase los precios, y Oskar Lange, quien defendía una economía socialista con un mercado estatal en la que los precios fuesen determinados según un método de ensayo y error, hasta hallar un precio adecuado. El debate entre ambos economistas continuó durante varios años, hasta que Oskar Lange afirmó que Von Mises tenía razón. Sin embargo, años después volvió a modificar su punto de vista, y defendió la economía soviética.

Diversos autores marxistas han ofrecido en los años posteriores respuestas a los argumentos liberales. Mientras que algunos defienden modelos de socialismo de mercado más refinados que el de Oskar Lange (por ejemplo, David Schweickart), otros consideran que es posible establecer una economía socialista sin mercado. En este último grupo se puede diferenciar entre los que sostienen Revoluciones y gobiernos marxistas

La Revolución de Octubre de 1917, encabezada por Vladímir Lenin y León Trotski fue el primer intento a gran escala de poner en práctica las ideas marxistas de un Estado obrero. A raíz de la muerte de Iósif Stalin se comenzó un proceso de progresiva liberalización económica, que tuvo su culminación con la perestroika.

Después de la II Guerra Mundial, la ideología marxista, a menudo con respaldo soviético, dio origen a partidos comunistas revolucionarios en todo el mundo. Algunos de estos partidos lograron a la postre tomar el poder y establecieron su propio Estado marxista. Estas naciones comprendían a la República Popular China, Vietnam, Rumania, Alemania Oriental, Albania, Polonia, Camboya, Etiopía, Yemen del Sur y otros.

Muchas de estas naciones que se proclamaron marxistas estaban muy influidos por el leninismo, lo que llevó a que algunos seguidores de Marx las criticaran, por considerarlas dictatoriales, dándose un debate entre defensores y detractores. Los seguidores de las corrientes dentro del marxismo que se opusieron a Stalin se agruparon principalmente en torno a Trotski, tendieron a ubicar el fracaso en el plano del fracaso de la revolución mundial; para que el comunismo, como meta final del socialismo científico, hubiera triunfado éste tenía que abarcar todas las relaciones comerciales internacionales que antes había desarrollado el capitalismo. En 1991, la Unión Soviética se disolvió y el nuevo Estado ruso ya no se identificó con el marxismo. Otras naciones del mundo siguieron el mismo camino. Actualmente el socialismo científico ha dejado de ser una fuerza política prominente en la política mundial